jueves, 3 de septiembre de 2015

Maldito mundo

Se llamaba Aylam,  y su cuerpo inerte es la imagen de la vergüenza,  de la ineficacia  o sencillamente de la asquerosa pasividad de la que la comunidad internacional y más concretamente la unión europea hacen gala ante la situación de emergencia vivida en Siria,  pero no solamente.
Se llamaba Aylam y era Sirio,  pero su nombre podría haber sido otro y su nacionalidad también.  Él no tendría que haber vivido un infierno,  tampoco tenía que haber muerto,  solo tenia 3 años.
Su padre tiene todo el derecho a maldecir y desear la muerte a aquellos que han fomentado estos y otros muchos dramas.
Recuerdo cuando mis hijos tenían su edad y un sentimiento de rabia,  asco y culpa me estremecen,  y me siento tan responsable como cualquier político encargado de evitar momentos como éste.
Se llamaba Aylam y era tan inocente y tan humano como cualquiera de nuestros hijos,  lo único que ha marcado la diferencia en su caso es, el azar de haber nacido en un país,  quizá equivocado, por lo menos a ojos del resto del mundo.
Se llamaba Aylam,  y hoy todo el mundo debería llorar su muerte porque todo el mundo tiene las manos manchadas con su sangre.

" Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,  guardé silencio,  porque yo era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,  no proteste,  yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,  no pronuncie palabra,  porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mi,  no había nadie más que pudiera protestar. "

Martin Niemöller,  pastor luterano alemán.

El día de hoy todos deberíamos ser Sirios,  pensadlo y luego imaginad a vuestros hijos inertes en una playa . Todavía hay tiempo para salvar a muchos niños.

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